Eric Lamontagne

Le trou

2018

La interacción con una de las obras de Lamontagne es, sencillamente, una experiencia surrealista. Utilizando uno de los varios puntos de entrada, se permite a los espectadores experimentar múltiples vistas de combinaciones de aspectos bidimensionales y tridimensionales de su obra que redefinen las reglas del espacio. Ya sea mirando a través de mirillas o experimentando los efectos finales de su puesta en escena, la obra de Lamontagne corteja la curiosidad y la imaginación del espectador, invitándole a desprenderse de las formas tradicionales de ver y a entrar en una relación lúdica de lo que es posible. La naturaleza fragmentaria de su puesta en escena con la locomotora de vapor, unida al audio que la acompaña, recuerda tiempos pasados. Sin embargo, no está claro si se trata de una obra de memoria o de un tiempo paralelo, pasado o futuro. El propio espacio parece algo líquido en el sentido de que los distintos elementos son capaces de alejarse aún más unos de otros, aumentando su aspecto disolvente. Las partes superiores de los lienzos consiguen confundir aún más nuestra comprensión de este espacio con su contradictorio trabajo de gravedad. El lienzo desnudo rayado que queda al descubierto nos haría creer que existe una fuerza ascendente sobre la imagen pintada, mientras que los sujetos de las imágenes sólo reaccionan a las habituales atracciones gravitatorias. Para confundir aún más la comprensión del espacio, no está claro si las imágenes pintadas están en proceso de disolución o de creación. Como en los sueños o en los recuerdos, hay una sensación de que algo va un poco mal, o de recelo. Suspendida justo antes de ser plenamente realizada o separada de un estado de totalidad, la escena es a la vez estática y, sin embargo, existe una mayor conciencia de la serie de movimientos potencialmente inminentes que se desarrollarían. A lo largo de la exposición hay otros atisbos de escenarios paralelos y extraterrestres, que ofrecen puntos de vista imposibles e incitan juguetonamente a la mente a aceptar o considerar otras posibilidades. En consonancia con los trabajos anteriores, se hace hincapié en un enfoque interdisciplinar que fusiona y crea nuevas realidades, además de permitir una amplia gama de perspectivas, al tiempo que se mantiene el carácter lúdico. La naturaleza cotidiana del tema visual es inclusiva: cementerios, estudios, campo, chimeneas, una puesta de sol... Su simplicidad es fundamental para que los espectadores se centren en la mecánica de navegar y comprender cómo las obras de arte habitan su espacio, y las relaciones que existen entre el espectador y cualquiera de las obras dadas.