Jessie Arms Botke

El pavo real blanco

1922

Pocos artistas pueden desarrollar un estilo propio y al mismo tiempo ser aceptados como parte de un grupo de artistas o movimiento artístico. Sin embargo, Jessie Hazel Arms Botke hizo precisamente eso. Fue una mujer artista en una época en la que el mundo del arte estaba dominado por los hombres. Era fuerte y franca, pero gran parte de su obra era suave y recatada. Hoy se reconoce a Botke como parte influyente de la Escuela Californiana del Impresionismo, pero una gran parte de su obra no encaja exactamente en esa categoría. A través de sus pinturas, creó un mundo propio y único lleno de paz, armonía y belleza. Jessie Hazel Arms nació en Chicago el 27 de mayo de 1883. Sus padres eran Martha Cornell y William Aldis Arms, ambos de ascendencia inglesa. Las raíces familiares de su padre se remontan a la América colonial de 1630, como uno de los primeros colonos de Massachusetts. Tras graduarse en el instituto Lakeview, Jessie Arms recibió una beca para la Universidad de Chicago, pero a los diecinueve años optó por asistir al Instituto de Arte de Chicago. En el Instituto estudió con el pintor de retratos, paisajes y escenas de interior John C. Johansen (1876-1964), que se había formado con el académico estadounidense Frank Duveneck (1848-1919). Johansen también estudió en París en la Académie Julian y en la Académie Carmen de James Whistler. Arms también asistió a un curso de verano en Ogunquit, Maine, donde estudió con el artista del plein-air Charles Herbert Woodbury (1864-1940), que tuvo el honor de enseñar a más de 4.000 alumnos, además de ser el artista más joven elegido miembro del Club de Arte de Boston y licenciado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Al crear su arte, Jessie Arms Botke fue audaz y original. Exploró diversos medios y materiales, como el trabajo con xilografías en color, aguadas, pinturas murales, acuarelas y óleos, y con frecuencia combinaba pan de oro y plata en sus fondos. Sus temas más célebres representan diversas aves exóticas en escenarios edénicos. En sus obras, Jessie Arms Botke tenía la capacidad de transmitir belleza, elegancia, tranquilidad y una sensación de su propia idea del paraíso.