Pendientes colgantes Jona

Antes de dedicarse a la joyería, Giorgio Jona trabajó en la bolsa. Su pasión por el coleccionismo de antigüedades le llevó a abandonar el mundo financiero en favor del comercio de arte antiguo y piedras preciosas para crear joyas. Cuando su hijo, Alex, se unió al proveedor italiano de joyas que Giorgio había fundado en 1961, la marca Jona empezó a ofrecer joyas elegantes lo bastante discretas para llevarlas a diario, pero visualmente espléndidas y hábilmente elaboradas a mano con metales y piedras preciosas.

Escondida en un edificio barroco de 1690, en el Palazzo Balbo di Vinadio de Turín, hay una sala de exposiciones de 3.000 metros cuadrados. Esta es la sede de Jona, hogar de diseños de joyería de lujo complejos, pero a menudo discretos. Por ejemplo, un esbelto par de pendientes colgantes de turmalina amarilla engastados en oro de 18 quilates tiene una yuxtaposición que crea un leve contraste, que sólo se percibe al mirarlos de cerca.

Las vibrantes piedras preciosas recogidas en todo el mundo son un elemento habitual en la joyería de Jona, con piedras como lapislázuli en forma de gemelos con forma de ojo, zafiros enjaulados en anillos de oro de 14 quilates y cristales de cuarzo apilados en modernos collares de cuentas . El esmalte se suele disponer para crear motivos gráficos y abstractos o guiños más descarados, como pelotas de tenis en miniatura en los gemelos. Incluso las piezas más brillantes, como los pendientes con incrustaciones de diamantes , tienen un carácter orgánico cuando se colocan en forma de margarita en flor. También se puede encontrar un espíritu innovador en las colaboraciones de Jona, como la asociación con la arquitecta y diseñadora de joyas italiana Tiziana Redavid, que dio como resultado pulseras y collares radicales hechos con muelles de acero inoxidable. El resultado es una marca cuyas formas modernas y piedras preciosas cabalgan la línea entre la elegancia tradicional y la audacia moderna.

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