11,91 ct. Pendientes de turmalina cuprífera y diamantes en oro blanco de 18 quilates

La pasión de Sonya Konstantinovsky por las gemas de colores se encendió a una edad temprana, recorriendo los jardines de la ciudad de Odessa (Ucrania) con su madre y su abuela. Recuerda con cariño su primera compra de piedras preciosas, un colgante de piedra lunar en forma de corazón, que desencadenó una obsesión para toda la vida. Tras años de seguir una trayectoria profesional más segura, el amor de Konstantinovsky por las gemas se reavivó al descubrir el granate tsavorita. Este momento transformador la inspiró a investigar y coleccionar piedras preciosas raras y de alta calidad. A medida que perfeccionaba sus conocimientos, empezó a diseñar joyas que exhibían sus queridas gemas. Con la pandemia y la guerra de Ucrania como recordatorios clarificadores de la brevedad de la vida, Konstantinovsky presentó finalmente su línea de joyería fina, Sonya K. Sus diseños enfatizan las líneas limpias, el color impactante y la atemporalidad, centrándose en piedras preciosas raras y diamantes atrevidos. El entusiasmo de Konstantinovsky por la belleza es contagioso, y sus joyas están hechas para ser llevables, divertidas y emocionantes. Muchas de sus piezas son únicas, lo que las hace tan singulares como la mujer que las lleva.

(Biografía proporcionada por Sonya K. Joyería fina)