Michael Coffey, "Escalera de Jacob", Librería modular, Estados Unidos, 1973

Aunque puede que no sea tan conocido como los diseñadores que le influyeron, el maestro carpintero Michael Coffey crea mesas, piezas de vitrina y otros muebles tallados a mano que son totalmente esculturales y se caracterizan por formas llamativas e inesperadas: son provocadoras piezas de declaración en cualquier interior.

Nacido en 1928 en el condado de Bucks, Pensilvania -donde compartían estudio diseñadores afines como Paul Evans, George Nakashima y Phillip Lloyd Powell - a Coffey le encantaba trabajar con las manos desde niño. Sin embargo, un sentimiento de idealismo juvenil le llevó a cursar un máster en trabajo con grupos sociales antes de dedicarse al diseño a tiempo completo. No fue hasta 1966, a la edad de 38 años, cuando empezó a aprender a trabajar la madera. Coffey se inspiró en artesanos innovadores en el campo de la fabricación de muebles como Nakashima, Wharton Esherick y Wendell Castle, todos ellos acreditados como pioneros en el mundo de los muebles artísticos.

En 1972, Coffey obtuvo su primer encargo de diseño importante en forma de colección para Directional Furniture, fabricante que forjó una duradera asociación con Paul Evans y una de las marcas favoritas de los entusiastas de la moderna de mediados de siglo. Siguió colaborando con Directional, trabajando en caoba y maderas raras de Mozambique, e integrando motivos de talla abstracta en los frentes de sus armarios y los pedestales de sus mesas. Poco después, Coffey estableció una escuela de carpintería y aprendizaje en su granja de Vermont. En 1986, se trasladó a Massachusetts y, en 1991, fundó una segunda escuela de carpintería, ésta mucho más grande.

Coffey vendió su exitosa escuela de Massachusetts a su personal en 1997 para poder centrarse en sus muebles, ya que su reputación y su cartera de clientes habían crecido considerablemente. Su perfil alcanzó mayores cotas en 2003, cuando una mecedora llamada Afrodita que Coffey había diseñado más de dos décadas antes se vendió en una subasta por casi 50.000 dólares. La venta despertó el interés de compradores y coleccionistas de todo el mundo y dio lugar a una serie de nuevos encargos. Hoy Coffey sigue fabricando muebles escultóricos con un equipo de carpinteros en su estudio de Massachusetts.

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