Grabado original antiguo según Daniele Crespi, Entierro de Cristo, hacia 1840

Rembrandt fue el pintor holandés más influyente del siglo XVII. Tras unos primeros años de éxito como retratista, su vida se vio acosada por dificultades económicas y tragedias personales. Continuó pintando retratos y desarrollando grabados. Los retratos de Rembrandt de sus contemporáneos, los autorretratos y las ilustraciones de escenas de la Biblia se consideran sus mayores triunfos creativos. Sus autorretratos forman una autobiografía única e íntima, en la que el artista se retrató a sí mismo sin vanidad y con la mayor sinceridad. Al igual que muchos artistas del Siglo de Oro holandés, como Jan Vermeer de Delft, Rembrandt fue también un ávido coleccionista y marchante de arte. Rembrandt nunca viajó al extranjero, pero recibió una considerable influencia de la obra de los maestros italianos y de los artistas neerlandeses que habían estudiado en Italia, como Pieter Lastman, los caravaggistas de Utrecht, el Barroco flamenco y Peter Paul Rubens. La principal contribución de Rembrandt a la historia del grabado fue, junto con Jacques Callot, la transformación del proceso del aguafuerte de una técnica reproductiva relativamente nueva en una verdadera forma de arte. Su reputación como el mejor grabador de la historia del medio quedó establecida en vida y nunca se ha cuestionado desde entonces. Pocos de sus cuadros salieron de la República Holandesa mientras vivió, pero sus grabados circularon por toda Europa, y su amplia reputación se basó inicialmente sólo en ellos.