Pintura de Craig Ellwood, 1979

Pocas veces las cajas rectangulares han tenido un aspecto tan elegante como en las casas modernas de mediados de siglo diseñadas por Craig Ellwood Associates de Los Ángeles. 

Influido descaradamente por la obra del visionario de la Bauhaus Ludwig Mies van der Rohe, las casas de Ellwood eran largas, bajas y de huesos fuertes, hechas de vigas de acero y extensiones de cristal. Dramáticamente situados en propiedades frente al mar o en arboledas de eucaliptos, dieron al formalismo arquitectónico prestado del modernismo europeo un sabor claramente californiano.

Leyenda local en su época, Ellwood no es hoy tan conocido como Richard Neutra, Charles and Ray Eames, Albert Frey o cualquier otro arquitecto de la posguerra que trabajara en el sur de California, aunque su oficina diseñó más de 100 edificios desde finales de los años 40 hasta mediados de los 70. Varias eran Case Study Houses, parte de un programa de construcción experimental patrocinado por la revista Arts + Architecture que pretendía fomentar el uso de materiales y técnicas industriales en la construcción residencial, algo habitual ahora pero revolucionario entonces.

Nacido en Texas, Johnnie Burke (nombre de pila de Ellwood) era veterano del ejército de la Segunda Guerra Mundial, estudiante de ingeniería en la UCLA y modelo masculino cuando tomó una clase nocturna de estimación de costes de construcción. 

"Lo siguiente que sabe es que está trabajando en la Case Study House de los Eames y en la casa de John Entenza de al lado", dice Michael Boyd, refiriéndose al director y editor de la influyente revista Arts Architecture, que se convirtió en un defensor de la obra de Ellwood. "Allí aprendió la gramática de la forma".

Boyd, diseñador y preeminente especialista en conservación del modernismo, editó Making L.A. Modern: Craig Ellwood (Rizzoli, 2018), que pretendía dar a la impresionante obra de Ellwood su merecido.

Burke no tardó en reinventarse como Craig Ellwood. El diseñador recibió muchos elogios, aunque nunca obtuvo la licencia para ejercer la arquitectura. El hecho de que un autodidacta fuera responsable de tantos edificios importantes de la posguerra no sentó bien a la clase dirigente arquitectónica. 

A finales de la década de 1960, las cosas habían cambiado para Ellwood. Incapaz de conseguir encargos y expulsado de su propio bufete por socios descontentos que se sentían estafados por no haber recibido el crédito adecuado, se retiró a una granja de la Toscana y, durante las dos décadas siguientes, realizó pinturas geométricas abstractas de un modo vívido Op Art.

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