Un paisaje italiano del siglo XIX muy bueno de la escuela Macchiaioli en plein air

Piero Manzoni nació el 13 de julio de 1933 en Soncino, provincia de Cremona. Creció en Milán y pasaba las vacaciones de verano en Albissola Marina, en Liguria. En 1956, Manzoni debutó en el mercado de la IV Feria del Castillo Sforzesco de Soncino. Al año siguiente, participó en la exposición "Arte Nucleare" del Museo San Fedele de Milán, pintó siluetas antropomórficas y cuadros con huellas de objetos. A partir del año siguiente, fabricó los primeros Achromes, grandes superficies blancas empapadas en cola y caolín (una arcilla blanca utilizada en la producción de cerámica). En 1958, expuso junto a Lucio Fontana y Enrico Baj y empezó a colaborar con Enrico Castellani y Agostino Bonalumi. En 1959, fundó la revista Azimut y la galería homónima. El estilo de Manzoni se vuelve cada vez más radical. Va más allá de la superficie del cuadro y propone una serie de obras provocadoras, intolerantes con la tradición, como las líneas dibujadas en tiras de papel, enrolladas y cerradas en un tubo de cartón, los cuerpos de aire y el aliento del artista (globos que contienen el aliento de Manzoni), los huevos escultóricos autentificados por sus huellas dactilares y las Bases Mágicas, pedestales en los que cualquiera podría convertirse en una obra de arte. También crea nuevos Achromes utilizando los materiales más variados: desde fibra de vidrio hasta panes plastificados, algunos estrictamente blancos, otros de colores fosforescentes. El 21 de julio de 1960, Piero Manzoni presentó una de las actuaciones más famosas en la Galería Azimut de Milán, el arte dinámico del público devorando arte. El artista firma unos huevos duros con la huella del pulgar que son consumidos in situ por el público. En 1961, en la Galería La Tartaruga de Roma, Piero Manzoni firmó por primera vez seres humanos, transformándolos en esculturas vivientes. Ese mismo año, puso a la venta las cajas de Merda d'artista realizadas según el concepto de que la firma del artista es capaz por sí misma de transformar cualquier cosa, incluso los residuos biológicos, en arte. En la estela de los dictados más amplios del Arte Conceptual, Manzoni identifica en la idea que precede a la obra la verdadera esencia de la obra misma, pues el proyecto y la formación del pensamiento son los verdaderos productos artísticos, la obra es sólo la traducción material de un discurso y de una reflexión filosófica. Manzoni hace su personalísima contribución a la refundación del concepto de arte y realidad eliminando todas las prácticas culturales, éticas y morales tradicionales, para dejar espacio al pensamiento y a una experimentación más intensa. Murió en 1963 en su estudio de Milán.