Carro de bueyes de mayólica Clement Massier, hacia 1900

Clément Massier, ceramista consumado nacido en una familia multigeneracional de alfareros que trabajaban en Vallauris (Francia) en la segunda mitad del siglo XIX, trascendió el metier de su familia. En lugar de crear objetos utilitarios como un medio en sí mismos, utilizó el medio cerámico como plataforma estética para hacer arte.

Entre los numerosos premios internacionales que obtuvo a lo largo de su vida, Massier fue galardonado con una medalla de oro en la Exposición Universal celebrada en París en 1889. En la Exposición, fueron las técnicas de vidriado cerámico de Massier, con brillo metálico turquesa, las que captaron la atención del mundo.

Los esmaltes de brillo metálico de Massier producen la doble propiedad de reflectividad y transparencia para crear irisaciones. Para conseguirlo, Massier coció sus cerámicas en un proceso de tres niveles a temperaturas cada vez más bajas. Aplicó con un pincel el esmalte final creado a partir de un compuesto de arcilla metálica. Cuando las vasijas ennegrecidas se habían enfriado del todo, se pulían hasta dejarlas brillantes para revelar sus iridiscentes inspiraciones de la naturaleza. Cada pieza producida era un objeto único que revelaba no sólo la mano del artista, sino también los efectos variables de la temperatura, los elementos naturales y sus relaciones interactivas. Sus esmaltes son interpretaciones ilusorias fundidas en loza cocida. Por el contrario, la solidez del objeto de cerámica desmiente su naturaleza efímera, que cambia constantemente con la luz. Esta dualidad naturalmente inherente a este medio artístico es un tema del que Massier se hace eco en su temática.

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(Biografía facilitada por Galerie Fledermaus)